enero 16, 2012

tarde, mal y arrastro


¡Oh, aquellos días de tranvías y rosas! 

Aquella puntualidad extrema en las salidas de los autobuses y trams indicada por el panel de Plac Grunwaldzki... con sus correspondientes retrasos por motivos diversos: obras, descarrilamientos, choques, nieve... Todo es posible en Polonia.

Los cálculos casi obsesivos para recortar el tiempo de viaje... mención especial a mi amado autobús E dirección Biskupin, mi adorado Tram 4 dirección Oporów... por todos los minutos de vida que sentía que ganaba cuando me ahorrabais el rodeo por Katedra...

Los minutos de reflexión zen en los viajes en tram, repletos de Señoras-Polacas-que-llevan-medias-finas-a-18ªC bajo cero-de-temperatura-ambiente...

La larga odisea de llegar a Borowska o -peor aún- aquellos temibles lunes de Infectious Diseases en la clínica ubicada donde Cristo perdió la zapatilla... congeladitos a horas y temperaturas indecentes para aventurarse a andar a la intemperie...

Aquella primera nevada memorable y el consiguiente colapso de la red de transportes wroclawiana... no olvidaré mi fascinada incredulidad cuando el conductor abrió la puerta del tram y todo el mundo comenzó a bajar sin decir una palabra, para, en efecto, seguir el camino a pie abriéndose paso a través de una buena capa de nieve...

El autobús nocturno 253 dirección Bartoszowice, que tenía la propiedad de depositarte en casa en 2 minutos desde el centro y con el estómago revuelto... Siempre animado por trasnochadores risueños e, invariablemente, por un pasajero tan etilizado como para llevar horas dando vueltas entre dormido y comatoso sin bajarse en su parada...

Pero, sobre todo, el jakdojade.pl, infalible herramienta que pensaba por mí la mejor opción para llegar a mi destino y "wiecej opcji" por si esta no me convencía...


Lo cierto es que después de vivir en Wroclaw, la línea 6 San Lázaro- Os Tilos me sabe a poco. No hay panis con guantes y sombrero, ni escolares que se bajan con sus bolsas de deporte en Piramowicza. No  hay anuncios de Feniks en el panel luminoso del tram ni avisos para los españoles de que "tienen que validar su billete" con un ¬¬ implícito.

A veces aún vuelvo la cabeza cuando creo que he escuchado el inconfundible timbre indignado de un tram a punto de pegársela contra un coche despistado... O espero que en el autobús suene en algún momento "nastempnie pshistanek: tramwajowa..."

Pero nunca es verdad. 

Y, acostumbrada depositar enteramente mi confianza en la habilidad exquisita del jakdojade, una siempre llega tarde, mal y arrastro. 

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