Cuento con los dedos: un, dos, tres...
Se asoman con cuidado entre las hojas enroscadas en mi pelo. Los relojes, las maneras.
(Esta noche, otoño tardío)
Y volvemos... un, dos, tres...
El compás de mis latidos. No lo encuentro.
(Con las llaves de la puerta y tus pupilas, en algún rincón dormidos)
Esta vez, ya la definitiva. Un, dos, tres...
Y siempre me pierdo.
(Que no sé si el cuatro viene para quedarse o dejará que se me vaya entre los dedos la cadencia…)
…
Desconfío.
Así que uno, dos, tres...
No me pidáis más de tres tiempos esta noche.
Enroscada sobre mis rodillas.
(Que no quiero caminar. Hoy me duelen los gestos y la sonrisa y los tobillos)
Hay que esperar a un lado, a veces. A que nos devuelva hacia la orilla la corriente.
Y es temprano. Tenemos sol para aguantar más de tres tiempos.
Cuenta conmigo…
Un, dos, tres…