mayo 13, 2011

Falling over


Tenue luz y tenue olor a vainilla en el ambiente. Fuera oscurece y las endorfinas recorren mi sistema tras el retumbar de mis suelas por el paseo del río. Disfruto de mi burbuja y no me preocupo de su efimeridad, mientras intento fijar la imagen de la llama en mi pupila para conservar este agradable calor que me brinda su silueta naranja. Al final no va a resultar tan mala la vida contemplativa. 

Suena Morcheeba (benditos clásicos que nos recuerdan el buen camino, como estrellas polares) y no  recuerdo qué iba a contar, quizá eso no sea malo. Quizá he aprendido a ser, simplemente, y a no esperar más que lo que el instante en sí mismo puede ofrecerme.

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