diciembre 13, 2009




Entre calma y tempestad, soy siempre como las mareas, como la luna que no se decide, si crece o decrece. Y a veces reconozco que miento, cuando disimulo que menguo con una sonrisa. Pero no me agrada girar en torno a ningún planeta, nunca lo he hecho. Ni dar la luz reflejada de una estrella. No, no soy tan luna.

Me pierdo en el agujero negro de tu cuarto, en la ingravidez de tus caricias. A medio camino entre la felicidad a gritos y el miedo por ser tan feliz en un instante.

Aun cuando mengua la luna, cuando se estrellan asteroides, cuando se desdibujan las órbitas en este invierno precoz. Abro los ojos y despierto a tu lado. Y el cosmos entero vuelve a recomponerse.