Cuento con los dedos: un, dos, tres...
Se asoman con cuidado entre las hojas enroscadas en mi pelo. Los relojes, las maneras.
Se asoman con cuidado entre las hojas enroscadas en mi pelo. Los relojes, las maneras.
Y volvemos... un, dos, tres...
El compás de mis latidos. No lo encuentro.
(Con las llaves de la puerta y tus pupilas, en algún rincón dormidos)
Esta vez, ya la definitiva. Un, dos, tres...
…
Desconfío.
Así que uno, dos, tres...
No me pidáis más de tres tiempos esta noche.
Hay que esperar a un lado, a veces. A que nos devuelva hacia la orilla la corriente.
2 comentarios:
El 4 llegará tarde, pero llegaré. Tal vez se habrá quedado dormido esperando a que suba la marea. Que ya se sabe como son estas cosas.
Y si no llega, lo haré llegar, Para que sonrías. Lo haré llegar para que en tu cabeza no existan más que infinitos motivos para sonreír.
Puede que sea una mala semana. Pero hoy será mejor que ayer. Te lo prometo.
Te quiero
Y si la corriente nos devuelve a lo orilla equivocada, bueno, ¿y qué? Y si el destino no fuese el que teníamos previsto, y si los bolsillos se vaciasen por una vez de miseria, y si la felicidad estuviese esperando a la vuelta de la esquina... ¿Y si todos estuviésemos menos cuerdos? Sin conciencia, sin dolor... si la corriente nos llevase a Macondo... y si...
Permíteme la inmodestia de sentirme un pelín corresponsable del título de este blog... siempre hay que crecer, no lo olvides. Nunca.
Bicos!
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