enero 05, 2011

A SS. MM.


Se me hace raro el invierno así. Tan blanco. Y las manos así. Tan frías.

Se me hace extraño y familiar el olor de las castañas en la plaza del mercado, como introducido de otro contexto distinto en esta realidad que es mi presente... esta isla tan blanca desde la que veo pasar los recuerdos y me resultan lejanos. (Un mecanismo darwiniano que mueve mis agujas hacia la supervivencia en esta tierra antes extraña... primera derivada positiva: siempre descubriendo)

Se me hacen cortas las horas de luz, único contra insuperable en este invierno.

Se me hacen refugios seguros los bares de madera con su olor a cera caliente, las canciones rescatadas de algún vinilo que suenan entre trastos impensables que decoran los locales. 


He sido bastante buena a veces y otras veces no tanto. He logrado hacer míos los colores, las calles, las sonrisas. Me he esmerado en apretar las tuercas a mi inherente duda melancólica, para que deje de dar el coñazo. 

Creo estar haciendo los deberes conmigo misma y por eso, queridos Reyes Magos, os pido que no acaben aquí las ganas de comerme el mundo.