
Fue una noche templada de otoño, de no hace muchos Octubres.
Cayó una castaña y rompió sin saberlo el maleficio
(de desgastarse las ganas y los labios en otras bocas.
Cayeron en un instante las hojas secas aquella noche, verano tardío)
Llegó el invierno y no nos enteramos, plantamos hierba y crecieron caricias bajo la planta de los pies.
Regamos con más o menos frecuencia esta semilla inexperta, con más o menos confianza...
Pero se hizo fuerte bajo la escarcha en los días fríos.
Y se hizo serena bajo el sol naranja de los atardeceres a la orilla de tu cama, en las noches de
hostal improvisadas o bajo el cielo sorprendido y encantado que nos acogió en Berlín
Y quién lo iba a decir... brotó.
Y florece hoy en la calma más profunda, en algún hueco húmedo y tibio entre tu piel piel y mi piel.
Porque dos otoños no son suficientes...
Porque lo mejor es vernos crecer día a día.
Gracias por enseñarme a querer cuidar, regar, vivir, querer.
2 comentarios:
Ay :)
:)
:)
Eso mismo digo yo....
Y después lloro. Por ser feliz
(Al verte reír con los ojos cuando hablas de él. Tan contenta por dentro.)
:)
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